Diseño, café y presentaciones

“Saber expresar una idea es tan importante como la idea misma” – Aristóteles

Toda mi vida he sido aficionado al té. Rechazaba sistemáticamente cualquier ofrecimiento de café. Cuando no había té, prefería no tomar nada a tomar café. Un buen día, tras la cena en casa de un amigo, éste nos invitó a café. Como era habitual, lo rechacé amablemente. Entonces apareció con una elegante caja de madera negra, en cuyo interior atractivas cápsulas de colores se disponían ordenadamente en filas. Yo, enemigo declarado del café, no pude resistirme a la tentación y tomé uno. Desde aquella noche, me he aficionado al café. Perdón, miento: al café no, al Nespresso

Y es que Nespresso me cautivó primero a través de los ojos y después por su sabor. Cuando compras una cafetera y visitas una boutique de Nespresso, comprendes que Nespresso no vende café: Nespresso vende una experiencia que transmite emociones. Y además su café me parece muy, pero que muy, bueno. Tan bueno, que ahora ningún otro café me satisface cuando voy a un sitio “normal”. Al extremo de que en algunos de mis cursos y talleres me llevo mi propia Nespresso de casa armado con un buen surtido de cápsulas. Me tomo la molestia porque ya no me gustan los otros cafés y porque deseo compartir la experiencia del ritual del café con mis alumnos. Mientras degustamos un delicioso café les hablo de la importancia del diseño. Y desde que dispongo del maletín de Nesscase puedo transportar mi Nespresso fácilmente a cualquier sitio, de forma cómoda y segura.

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>>> Var artículo original completo en: http://elartedepresentar.com

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