No es ningún secreto. En todas las empresas hay empleados más 
validos, con más formación, e incluso más experiencia, que sus jefes 
directos. Aunque el problema viene de largo, sobre todo en lo que 
respecta a las mujeres, la crisis lo ha acentuado.  Los ascensos son cada vez más escasos y se han estrechado las estructuras directivas.    
    
Las explicaciones clásicas existentes al respecto sirven ya
 para poco. Según la teoría del Capital Humano, formulada por distintos 
investigadores sociales en la década de los 70, el valor empresarial de 
los individuos se establecía a través de tres variables: las 
credenciales educativas, la experiencia laboral y las preferencias 
profesionales –sintetizando, la ambición por conseguir un puesto más 
alto y más ingresos, frente a la preferencia por tener más tiempo 
libre–. A día de hoy estás variables han perdido parte de su validez. 
Es cierto que la formación, la experiencia y la ambición siguen siendo 
importantes para ascender en el entorno empresarial pero, en la mayoría 
de los casos, no son suficientes. 
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