Hubo una época en la que en el trabajo teníamos unos terminales con unas características y unos beneficios para el usuario que nada tenían que ver con el dispositivo que cada cual disponía en su domicilio. Era la época en la que los precios de esos dispositivos altamente pro no podían ser asumidos por el usuario de a pie, que debía conformarse con productos un poco más discretos.
Pero ahora los productos de consumo se han convertido en terminales potentes, con características que nada tienen que envidiar a sus homólogos profesionales. El smartphone propio o el tablet de cada uno pueden dar los mismos resultados que uno B2B. El usuario lo sabe utilizar, se siente cómodo con su dispositivo personal y lo incorpora a la vida profesional. Es lo conocido como 'consumerización', un término que, según apunta desde D-Link, se emplea para definir la intrusión de la tecnología doméstica en la oficina.
Gartner ya incluía la consumerización en sus tendencias clave para 2011. Y un año después la tendencia no ha hecho más que coger fuerza. Los usuarios incorporan sus propios terminales a la red empresarial, sin importar las restricciones de seguridad que puedan existir.
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