Según los expertos nuestra imagen se compone en gran parte por nuestra apariencia (vestuario, nuestro aspecto personal, etc.), después por nuestra forma de comportamos en público (gestos, posturas, contacto visual, actitud, expresión, etc.) y por último por nuestra forma de hablar. Y si, como dicen, todos nos dejamos influir por la información que recibimos de los demás durante los primeros 10 segundos, estaréis de acuerdo conmigo en que no hay una segunda oportunidad de causar una buena primera impresión.
Nuestra cultura, gustos, preferencias, etc., se exteriorizan mediante nuestra indumentaria, forma de caminar o movernos. Todos asociamos la imagen de cada persona con ciertos juicios y valores.
Nuestro inconsciente genera una especie de base de datos con esa
información y va catalogando cada nuevo individuo dentro de esos cánones
para aceptarlo o rechazarlo.
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