La mayor transformación de la historia financiera española, con la
fusión de cajas y su conversión en bancos, ha supuesto en apenas tres
años pasar de 45 a 13 entidades -con cuatro de ellas subastadas a precio
ventajoso- y, a la vez, recortar empleo en casi 20.000 puestos de
trabajo.
Según un informe de la CECA, la asociación de las antiguas cajas, de
este mes, el número de empleados ha pasado de 135.415 en el 2008, cuando
se iniciaron los movimientos de fusión, a poco más de 115.900. En
total, 19.477 empleados menos. Casi un 15 %. Aquel año fue, además, el
pico en la evolución de contrataciones y apertura de locales de aquel ya
extinto modelo de ahorro y obra social.
La reducción de personal es consecuencia de la necesidad de ahorro y de
duplicidades por las fusiones. Se han cerrado 4.192 oficinas (hay ahora
20.859 sucursales) y las sedes centrales en muchas provincias han
desaparecido. Un ejemplo: cuatro grandes fusiones (Bankia, Liberbank,
BMN y Banca Cívica) que agrupan a 18 cajas, han trasladado su lugar
operativo principal a Madrid. La capital española y Barcelona son las
que están acaparando el poder financiero desde que arrancó esta profunda
transformación del sector bancario, aún hoy sin cerrar.
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