Eva Yraola
Madrid, 27 mar (EFE).- El proceso de fusión que han cerrado Caixabank y Banca Cívica supone poner fin al proyecto innovador que inició esta última entidad hace cinco años con el objetivo de dotar a la banca de una vocación social y participativa.
Con su integración en el gran grupo financiero catalán, desaparece Banca Cívica, una marca que quiso combinar la rentabilidad financiera con las causas sociales y que nació por iniciativa de Caja Navarra.
Hace ya dos años, a comienzos de 2010, la caja de ahorros navarra inició el proceso de fusión con las de Canarias y Burgos, que culminó en julio de ese año con la creación del grupo Banca Cívica.
El proyecto se tornó entonces más ambicioso y se llegó a plantear incluso la apertura de redes en países del exterior, como en EEUU, donde se quería aprovechar el potencial que suponía la existencia de 60 millones de voluntarios y 13 millones de organizaciones no gubernamentales.
Una de los momentos álgidos del proyecto fue la apertura en junio de 2010 de una oficina en Washington, cerca de la Casa Blanca y a escasos metros de las sedes del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial, un acto que contó con los asistencia de la infanta Cristina, su esposo Iñaki Urdangarín y el entonces presidente de la Comunidad Foral de Navarra, Miguel Sanz.
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