Largo y tortuoso ha sido el camino que nos lleva hasta la meta. Hemos contrastado una especificación de lenguaje imperativa con una declarativa, hemos entendido las estrategias óptimas de cálculo simbólico y hemos intuido el prometedor futuro de la verificación automática de teoremas (y arañado sutilmente la demostración automática de teoremas).
¿Para qué?. Por amena y relajante que haya sido la lectura (risas) y por mucho que los matemáticos digan que no hace falta que algo tenga utilidad para secarte el cerebro pensando en ello, a nosotros los programadores lo que realmente nos importa es la aplicación práctica del caso.
El corolario final sobre el que rumiaremos en esta entrada, es si (como parece) la programación funcional va a jugar, a corto/medio plazo, un papel importante en el desarrollo de software (en general) y si merece la pena que dediquemos nuestro preciado tiempo a maltratar nuestras neuronas, cuando podrían estar componiendo, tranquilamente, sinfonías con PHP. ¿Te atreves?.
¿Qué es qué?
Cuando contrastábamos la programación imperativa con la declarativa, utilicé deliberadamente el concepto “contexto de un lenguaje” para poner de manifiesto que la “declaratividad” de un lenguaje es subjetiva (no hay una definición libre de ambigüedades) y que por tanto un lenguaje es declarativo, en la medida que abstrae, absorbe, asimila, … la esencia de determinados procesos y nos libera de ellos.
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