Hace unos días, se publicó en LaVanguardia.com la posibilidad de pagar un producto, o servicio, utilizando la propia huella digital.
Reflexionando sobre lo que las nuevas formas de pago pueden representar para el sector financiero, me aventuro a esbozar un hipotético futuro a 15 años vista. Lo hago, siendo consciente de la sorprendente facilidad que tienen nuestros jóvenes veinteñeros y adolescentes con las nuevas tecnologías. Ellos, en el próximo decenio, van a ser el grueso de la clientela bancaria. En unos pocos años va a cambiar nuestra relación con las entidades financieras, porque va a cambiar nuestra forma de pago y acceso a los servicios bancarios.
Actualmente las grandes entidades consideran un activo estratégico el poseer una extensa red de “oficinas de proximidad” al cliente. El mantenimiento de esta enorme red representa un elevado coste en su cuenta de resultados. Ello reduce el resultado de explotación y el beneficio neto de estas entidades.
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