“El liderazgo es arte y ciencia a la vez. Los métodos analíticos pueden ser útiles en las ciencias, pero el instrumento principal del líder como artista es el mismo y la creatividad de su propia personalidad…El líder, tiene muy en cuenta la máxima “conócete a ti mismo” para poder gestionar algunos de los efectos perniciosos que puede provocar inconscientemente. “Si el líder no comprende sus propios actos…puede convertirse en portador de problemas y no en quien debe resolverlos” (Bennis y Slater, 1999). Si no existe auto liderazgo, no existirá liderazgo, que llegue al corazón de su gente, la motive e inspire con fines trascendentes. El líder es manso y humilde de corazón, respetuoso, responsable y honesto, primero consigo mismo y luego con los demás” (Fardella, 2011).
(Fuente: http://ejecucion.wordpress.com) |
Introducción
Los líderes que demuestran empatía y adaptabilidad a los estados de ánimo de los demás, afectan tanto su propia química cerebral como la de sus seguidores. (Goleman y Boyatzis, 2008). Ellos definen Inteligencia social como: “un conjunto de competencias interpersonales construidas sobre circuitos neuronales específicos que inspiran a los otros a ser eficaces”. No conocen métodos claros para fortalecer las neuronas sociales: espejo, fusiformes y osciladores; son miles que se activan por segundo durante cualquier encuentro, y sus patrones exactos de activación permanecen elusivos. La única forma de desarrollar eficazmente su sistema de circuitos sociales es emprender la dura tarea de “cambiar su conducta”. (Goleman, Boyatzis y Mckee, 2001).
Cambiar la conducta y desarrollar eficazmente su sistema de circuitos sociales como señalan, es un proceso. Un líder, cambia de adentro hacia afuera en las esferas del pensamiento (Razón) y sentimiento (Amor). Luego se refleja e irradia en sus actitudes y comportamientos “prudentes” (Respeto, Responsabilidad y Honestidad), ósea, “integridad personal“(Libertad, Armonía interior y Sabiduría). Esta competencia, conlleva a la “capacidad de influir”, motivar e inspirar. Obrar de adentro hacia fuera, consiste en educar y obedecer a nuestra conciencia, ese don humano exclusivo que distingue la congruencia y la disparidad con los principios (valores) perennes y nos eleva hacia ellos (Fardella, 2011).
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