El lenguaje es poder, en formas más literales de lo que la mayoría piensa. Cuando hablamos, ejercitamos el poder del lenguaje para transformar la realidad.”—Julia Penelope, Speaking Freely
Cuando un alumno levanta la mano y me dice: “Voy a preguntar una tontería, verás…”, acaba de minar su propia credibilidad sugiriendo a todo el grupo que su pregunta puede ser estúpida. Es esa frase previa y no la pregunta en sí la que produce el efecto negativo.
En las prácticas de expresión oral durante mis cursos me encuentro a menudo con un abuso de circunloquios y frases innecesarias que solamente restan fuerza al discurso. Cuando precedes todas tus afirmaciones de “creo”, “me parece”, “ehhh”, “puede que”, “no soy experto”, lo que estás haciendo es rebajar todo lo que viene detrás. Una cosa es hablar pontificando y otra muy distinta depreciar tus afirmaciones a cada paso, restándote credibilidad.
Si dices:
“Ehhh, en mi opinión, creo que aparentemente nos enfrentamos a una situación que podría ser calificada como…, ehhh, difícil. Tal vez puede que a la luz de los acontecimientos haya que actuar ahora porque me parece que si no, ehhh, sería más improbable salir de ella más adelante, ¿verdad que sí?”
No conseguirás que nadie actúe: has vuelto tu mensaje impotente. En situaciones en las que se requiere transmitir confianza y seguridad huye del lenguaje dubitativo. Compara la frase anterior con la siguiente:
[...]“Nos enfrentamos a una situación difícil. Actuamos ahora o no saldremos nunca.”
>>> Ver artículo original completo en: http://www.elartedepresentar.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario