(Fuente: http://globedia.com/) |
Meses antes de instalar Moutain Lion en mi Mac sabía cuál iba a ser una de mis primeras tareas: deshabilitar el centro de notificaciones. Porque no me gusta vivir en un mundo de notificaciones, alertas, popups, sonidos y mensajitos donde cada vez es más difícil estar concentrado en una tarea o disfrutar de una cerveza.
«Esa aplicación es una mierda, no tiene notificaciones». Es una frase que escuchaba la semana pasada. Resulta que ahora valoramos el software en función de su capacidad para molestarnos, no por lo que nos aporta en el trabajo: si nos facilita las cosas, si nos ayuda a mejorar, si eleva la calidad de lo que terminamos, si nos aligera las tareas, si damos mejor servicio, si terminamos antes…
«Esa aplicación es una mierda, no tiene notificaciones». Es una frase que escuchaba la semana pasada. Resulta que ahora valoramos el software en función de su capacidad para molestarnos, no por lo que nos aporta en el trabajo: si nos facilita las cosas, si nos ayuda a mejorar, si eleva la calidad de lo que terminamos, si nos aligera las tareas, si damos mejor servicio, si terminamos antes…
Las notificaciones son divertidas, dinámicas, rompen la monotonía, permiten saltar de flor en flor, nos hacen conectar con otros y saber antes que otros… nos hacen sentir como “brokers de la era moderna” enganchados a mil frentes. Pero tienen un impacto tremendo sobre lo más grande que tenemos cuando trabajamos y cuando no trabajamos: la ATENCIÓN. Porque ese constante bombardeo de “pings externos” hace que el delicado proceso creativo que cualquier tarea media-alta requiere, sea fulminado en el acto.
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>>> Ver artículo original completo en: http://thinkwasabi.com
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