Banca Cívica: Treinta meses para un fracaso


De Fernando González Urbaneja (el 27/03/2012 a las 07:34:21)
En otoño del 2009, cuando la crisis habitaba entre nosotros, dos cajas medianas, Navarra y Canarias, anunciaron la decisión de unir sus intereses y destinos mediante una fusión fría o SIP, siglas que prefiero no detallar para evitar decepción. Se presentó como una brillante, oportuna e inteligente operación anclada en la modernidad. 
(Fuente: castillasocialista.org)
Unos pocos meses después se unió a la aventura otra caja mediana con fama de prudente y eficiente en su gestión, la Municipal de Burgos. Pasados unos meses, empujados por la apretura de las cuentas y la presión suave del supervisor, las tres cajas dieron un paso adelante con la creación de un banco en el que depositar sus activos y pasivos.  
La fusión fría se calentaba. Las cajas tradicionales mantenían su carácter como titulares de la propiedad del nuevo banco, denominado en femenino: Banca Cívica y aparejado con pretensiones en cuanto a sede social en Madrid, equipo directivo, campaña de notoriedad. Todo poco acorde con el espíritu de las cajas originarias, pegadas a lo local y a la modestia. Banca Cívica se presentó como una operación visionaria, rentable, con futuro. Pocos meses después se incorporó a la aventura otra caja mayor, la sevillana Caja Sol que buscaba identidad en el nuevo modelo de cajas transformadas en bancos, manteniendo la cáscara tradicional. 
Caja Sol llegó a Cívica con la decisión de dirigir y dominar el proceso por su condición de primera por tamaño, algo que impresiona mucho en el sector financiero, con grave confusión entre volumen y peso. No siempre lo más grade es más sólido. Además los de Caja Sol constrían un rascacielos en Sevilla, loc aul suele ser anticipo de desastres por llegar. 
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