1 Dispones de un monitor de retorno
Ves lo que se está proyectando en pantalla a la vista de la audiencia. De esa manera no tienes que mirar hacia atrás para comprobar qué hay en pantalla. Podrás mantener todo el rato el contacto visual con tu audiencia.
2 Sabes lo que viene a continuación
En la cinta inferior, ves miniaturas de las diapositivas que vienen después. Así anticiparás qué decir antes de saltar a la siguiente diapositiva y evitarás esas desincronizaciones que tan mal quedan cuando anuncias una idea y al pasar de diapositiva sale otra. ¡Ups!
3 Te liberas del flujo lineal impuesto por la presentación
Gracias a la cinta con las miniaturas de tus diapositivas, puedes saltar de una a otra sin que nadie se percate. De esta forma, podrás exponer presentaciones personalizadas sobre la marcha para cada público. Y si vas mal de tiempo, puedes pasar por alto material, que la audiencia ni se enterará.
4 Mantienes tu chuleta a la vista
Al mismo tiempo que ves la transparencia que se está proyectando, puedes ver su campo de notas y todo lo que lleves escrito en él. Si te quedas en blanco, las notas se muestran en letras grandes y claras para que te sirvan de guión de la presentación. Podrás consultar tus notas sin que se te note.
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